Recurro al teclado cuando me veo desbordada por el mundo de ahí fuera,
cuando no sé afrontar lo que llega aunque no llegue nada
cuando esa nada me hace no querer afrontar el vacío al que me enfrento
sin quererlo, ni buscarlo, sin ni siquiera provocarlo me veo envuelta en el ciclo de otro día que pasa por delante de mis ojos pavoneándose y burlándose de mi incredulidad.
Quizás es por la bebida, en la que muchas veces me veo envuelta para perder mi hilo para con la sociedad, cuánto más envuelta me veo en ella, más quiero escapar.
En ocasiones, mi visión analítica me lleva a pensar que en pocos lugares, espacios, me encuentro en calma conmigo. En otras cuantas, pienso en todos aquellos tapujos de los que quiero desprenderme, aquellos que me rondan lo más interno de mi cerebro, que lo consumen como pesadillas que solo quieren apropiarse de aquello que en el momento ven demasiado lujoso.
Mis emociones pasan a lo largo de los días igual que el viento atraviesa los espacios de la realidad, por más que lo esquive siempre penetra en aquello que roza.
En otras tantas, mi cuerpo levita en sensaciones en las que no consigue un voto de participación.
Sería tan simple sentirme en calma durante un día, no tener que luchar contra mis demonios al caer el sol. Tan simple afirmar que todo se mantiene, sin tener que mostrarme simplista a la hora de definir el malestar que me agota.
Sería tan simple liberarme de tantas cárceles en mi mente con un solo gesto, que, al final acabo escondiéndome de la huida.
Me sería más fácil no escapar de las gentes y de su yugo, aunque dicha actuación sea impuesta por mi cerebro.
Sería todo más sencillo si no me viese envuelta en esta encrucijada conmigo misma, de la que nada me saca si no es por obligación a encontrarme parada delante de un camino que no sé seguir.
Todo es agónico y triste cuando lo escribo porque no logro encontrar otra percepción más soleada del mundo, más optimista si es posible, más en calma.
Me pierdo en los excesos que de manera indolora desemboquen en calma, pero tras ella llegan siempre mis lágrimas.
Reprimo demasiadas emociones diarias de manera automática porque cuando estoy sola me consumen y cuando estoy acompañada soy incapaz de darles voz. Cuanto más entro en el círculo más al fondo de él me hundo y pocas veces consigo mirar arriba y divisar una salida.
Ese mundo interior que tanto fascina a algunas gentes tan sólo es una simple tapadera fantasiosa con la que escapar a través de - en dirección a -
ninguna parte.
Cuando dejo divagar a mi mente me encuentro en zonas inhabitadas, sitios incalculables, ideas impensadas que no se materializan. Me emborracho para dejarla divagar.
Escribo conmigo como cuando me sincero con lo que no oculto, cosas que me dan miedo reconocerme y en las cuales no consigo encontrar una salida.
confesaba el otro día, que cada vez me es más difícil conocer a alguien, necesito a la gente por simple escapatoria pero me abruma rodearme de ellos.
me siento diferente.
dentro de aquí late un corazón que ya no se emociona de tantas decepciones.
quizás, siente que los alrededores son un coste que no está dispuesto a replantearse, que no quiere asumir.
y entonces divaga,
dentro de su habitación, recorre zonas que siente imposibles,
fuera de ella, recorre sitios en los que se ve ajena
en sus sueños, no se identifica con el alma que habita y en lo que expresa no es capaz de plasmarlo,
y sigue divagando,
en aquellos que la rodean no es capaz de ver más allá que la superficie
y en aquellos que habita quiere llorar como una niña asustada,
enfrente del espejo se redescubre
con las luces apagadas es capaz de dar calma a su alma,
en las ciudades ya no ve escape,
en sus muros siente las prisiones,
a veces respira como quien necesita coger aire
pero otras se ahoga agachada en los vómitos de cualquier váter,
pensó que podría escapar de sus barrotes,
derribar prisiones,
abrir muros, quemar cerrojos, seguir hacia delante
pero cuando se encontró con los escombros aún en llamas
lo único que pudo hacer es inhalar el aire,
pensó que correr en dirección contraria apagaría las disidencias de su alma,
pero lo único que se encontró fue una madriguera en la que encerrarse
pensó que dentro no la iba a herir nadie
pero solo pudo apagar sus pensamientos durante unos instantes.
Quizá se recomponga,
no sabe que hacer con los recuerdos, ni con sus instantes
solo sigue
pero no hacia delante,
ahora no camina, solo comparte
sentada enfrente de su madriguera, los sitios en los que no ha entrado nadie
quisiera soltar sus lágrimas,
pero de ellas ya no quedan
ahora tiene por compañera la botella, que llega y se queda
quizás se recomponga,
deje de arañarse el alma en cada madrugada
deje de coserse las grietas en cada noche en la que la luna se vuelve testigo de su triste mirada
quizás
apagado y triste cante un pájaro para aliviar su pena
llore y muestre que no todo el mundo es de piedra,
consiga elaborar una frase que describa lo que sienta.
siempre quizás
a veces ojalá,
no se envuelva en la madriguera y no quiera despertar
morirá envuelta en la esencia de su libertad
de momento solo sigue
dándose de bruces contra un muro en el que reina la simpleza
en la que no desea encasillarse, aquella que no consigue delinearse
porque nota la complejidad de un simple instante
siente el desbordamiento de sus capacidades
y aunque en todo el día no haga nada
ve un movimiento como algo de lo que alegrarse
el día en el que se levanta,
plasma un dedo fuera de su madriguera
y saluda a la vida con unos ojos incansables
es capaz de sentir como se mueve el mundo que se había parado en ese instante
tan solo,
quiere volver a arreglarse
pero para ello quita las piezas que no encajan para ponerlas en alguna otra parte
cuantas más aparta,
más deja sin construir otra casa en la que remodelarse
se siente ave,
en un planeta que le ha dado dos piernas con las que no quiere identificarse
saldrá volando
siempre hacia delante.
Ve en los atardeceres colores en los que encerrarse,
observa las carreteras cuando obtienen movimiento porque no desea que se le escapen
respira aire puro cuando consigue buscar otros lugares
la realidad no le parece tan mala cuando se abre
se repite diariamente
que siempre hacia delante
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