Descubrirse a una misma a través de las múltiples sensaciones que nos sobrevuelan la cabeza diariamente solo puede ser síntoma de lo mucho que crecemos.
Me redescubro cada día cuando consigo identificar un sentimiento nuevo y diferente que me ayuda a hacer frente a la realidad.
He descubierto partes dentro que nunca antes me había parado a observar, no como las tendría que haber mirado y acariciado desde un principio.
Porque igual que pasa con todo aquello que en un principio nos da miedo, me han servido para abrir unas alas que había dejado descuidadas.
Pasar por la vida reconstruyendo tus piezas, es un acto de valentía, de autoafirmación y de resiliencia.
No quiero ser un orden. Siempre he sido el caos en su más puro estado.
Veo tan necesaria la revolución de la propia persona como de la sociedad en la que nos encasillan.
Quiero mantenerme en mi propio incendio y derribar aquello que tenga que quemarse, para una vez recogidos los escombros sembrar pensamientos y sentimientos mejores a los anteriores.
Kemo mis recuerdos cada noche,
reinvento mis reglas por la mañana,
y con las cenizas construyo los templos que siempre merecieron.
No encuentro una forma más simbólica de declararme la paz que me merezco después de tanta(s) guerra(s).
No encuentro una forma más bonita de vivirme y de vivirnos que con todo lo que nos representa por bandera.